sábado, 6 de enero de 2018

W. Benjamin - Disparen contra los relojes

   La historia es objeto de una construcción cuyo lugar no está constituido por el tiempo homogéneo y vacío, sino por un tiempo pleno, "tiempo-ahora". Así la antigua Roma fue para Robespierre un pasado cargado de "tiempo-ahora" que él hacia saltar del continuum de la historia. La Revolución francesa se entendió a sí misma como una Roma que retorna. Citaba a la Roma antigua igual que la moda cita un ropaje del pasado. La moda husmea lo actual dondequiera que lo actual se mueva en la jungla de otrora. Es un salto de tigre al pasado. Sólo tiene lugar en una arena en la que manda la clase dominante. El mismo salto bajo el cielo despejado de la historia es el salto dialéctico, que así es como Marx entendió la revolución.
   (...) La consciencia de estar haciendo saltar el continuum de la historia es peculiar de las clases revolucionarias en el momento de su acción. La gran Revolución introdujo un calendario nuevo. El día con el que comienza un calendario cumple oficio de acelerador histórico del tiempo. Y en el fondo es el mismo día que, en figura de días festivos, días conmemorativos, vuelve siempre. Los calendarios no cuentan, pues, el tiempo como los relojes. Son monumentos de una consciencia de la historia de la que no parece haber en Europa desde hace cien años la más leve huella. Todavía en la Revolución de Julio se registró un incidente en el que dicha consciencia consiguió su derecho. Cuando llegó el anochecer del primer día de lucha, ocurrió que en varios sitios de París, independiente y simultáneamente, se disparó sobre los relojes de las torres.



Tesis de filosofía de la historia

Tomado del libro "Sobre el tiempo" de Guido Indij Ed la marca

viernes, 29 de diciembre de 2017

Eclesiastés 3:1-8

Todo tiene su momento, y todo cuanto se hace debajo del sol tiene su tiempo. Hay tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar y tiempo de curar; tiempo de destruir y tiempo de edificar; tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de lamentarse y tiempo de danzar; tiempo de esparcir las piedras y tiempo de amontonarlas; tiempo de abrazarse y tiempo de separarse; tiempo de buscar y tiempo de perder; tiempo de guardar y tiempo de tirar; tiempo de rasgar y tiempo de coser; tiempo de callar y tiempo de hablar; tiempo de amar y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra y tiempo de paz.

Libro del Eclesiastés 3:1-8

Sacado del libro Sobre el tiempo Ed Guido Indij - La Marca editora

Séneca - De la brevedad de la vida - Fragmento

   ¿Por qué nos dolemos de la Naturaleza? Ella se comporta bondadosamente: la vida, si sabes emplearla, es larga. Pero a uno le domina una avaricia insaciable; al otro, la constante ocupación en tareas inútiles; uno se entrega al vino, otro se aburre en la ociosidad, atormenta a éste la ambición siempre pendiente del juicio ajeno, a aquél el temerario deseo de negociar, que le hace recorrer todas las tierras y todos los mares co nla esperanza del lucro; algunos, acuciados por el afán de los combates, pasan toda su vida imaginando peligros para los demás o acongojados por los propios; los hay que se consumen en voluntaria esclavitud para ingrato servicio de sus superiores; a muchos, les acorta la vida una ligereza sin rumbo inconstante y nunca satisfecha de sí misma, por derroteros siempre nuevos, no saben a dónde dirigir sus pasos, a otros, no les atrae ninguna meta, y les sorprende su destino marchitándose en la vacilación. Por ello no dudo sea cierto lo que a modo de oráculo escribió el más grande de los poetas: "pequeá parte de la vida es la que vivimos", que lo que nos queda no es vida, sino tiempo.
   Por todos lados rodean y acosan a los hombres los vicios; sin permitirles enderezarse ni siquiera alzar los ojos hacia la verdad, antes los tienen hundidos en el ciénago de la codicia, sin dejarles nunca volver en sí mismos. Si por azar alguna vez sobreviene la calma, las olas siguen llevándolos de aquí para allá, y sus pasiones no les dejan nunca en reposo, como en alta mar, donde aún después de amainar el viento sigue el oleaje.
   ¿Crees que me refiero a aquellos cuya desgracia es pública? Pues fíjate en aquellos otros que llaman la atención por su fortuna: sus mismos bienes les ahogan. ¡A cuántos pesan las riquezas! ¡A cuántos les ha costado sangre su misma elocuencia, por haber querido lucir todos los días su ingenio! ¡Cuántos amarillean por el abuso del placer! ¡A cuántos la afluencia de clientes no deja ni un minuto de libertad! Ve examinándolos a todos, desde los más insignificantes hasta los de más alto rango: uno busca defensa, otro la ofrece; ése está en peligro, éste le defiende, aquél le juzga; nadie se pertenece a sí mismo, cada uno se acongoja por otro. Infórmate sobre estos cuyos nombres van de boca en boca: verás que les reconoces por estas señas: éste presta sus servicios a aquél, aquél a éste, y nadie a sí mismo.
   Completamente desatinada es, por último, la indignación de algunos que se quejan del desvío de sus superiores porque no han tenido tiempo de concederles la audiencia que deseaban. ¿Cómo se atreve a dolerse de la altivez de otro quien no tiene nunca un momento para sí mismo? Por lo menos aquél, quien quiera tú seas, te ha mirado alguna vez, aunque on aire insolente; ha prestado oídos a tus palabras y te ha puesto a su lado; tú en cambio, no te has dignado nunca mirarte ni escucharte. No tienes, pues, porqué alabarte ante nadie de haber cumplido con él estos deberes, ya que al hacerlo no obedecías a ningún deseo de estar con otro, sino que no podías estar contigo mismo. (...)
   También suelo admirarme cuando veo que algunos piden tiempo, y que aquellos a quienes se pide, lo prodigan. Uno y otro estiman aquello por lo que necesitan el tiempo, pero ni uno ni otro aprecian el tiempo en sí mismo: lo piden y lo dan como si no valiera nada. Se juega con la más valiosa de las cosas; lo que les engaña es que el tiempo es incorpóreo y no puede apreciarse con la vista: por esto lo consideran cosa desdeñable o, menos aún, de ningún valor. Los hombres aceptan de buen grado anualidades y dádivas, y por ellas alquilan su trabajo, su atención y su diligencia: pero nadie estima el tiempo, sino que todos lo malversan como si fuera cosa gratuita. En cambio, mira a estos mismos hombres, cuando están enfermos y se acerca el peligro de la muerte, cómo se abrazan a las rodillas de los médicos; o, si en un proceso se ven expuestos a la pena capital, cómo se avienen a entregar todos sus bienes a cambio de la vida.
   ¡Tan contradictorios son sus sentimientos! Si del mismo modo que pueden contarse los años transcurridos, les fuese posible ver cuántos les quedan por vivir, ¡cómo temblarían quienes viesesn que les quedan pocos! ¡Cómo los economizarían! Ahora bien, si es fácil administrar lo que tenemos seguro, por poco que sea, con mucha más atención habrá que conservar lo que no se sabe cuando va a faltarnos.
   Tampoco hay que suponer que tales hombres ignoren el valor del tiempo, pues suelen decir a quien más quieren que están dispuestos a dar por ellos una parte de su vida. Y sin pensarlo se la dan, y se la dan de tal manera, que ellos la pierden sin ninguna ganancia por parte de los otros. Por como ellos mismo ignoran esta pérdida, soportan fácilmente una malversación que no advierten. Nadie te devolverá los años ni nadie te restituirá a tí mismo. El tiempo seguirá la marcha empezada, sin desviar ni detener su carrera, sin alborotar ni recordar su velocidad, sino deslizándose quedamente. Ni la orden de un rey ni el favor de un pueblo le harán prolongar su curso: correrá, como lo hace desde el primer día, sin distraerse ni pararse. ¿Qué pasará? Tú estás ocupado mientras la vida se apresura, y  entretanto llegará la muerte, y a ella tendrás que someterte quieras o no.
   ¿Aprovecha a alguien el tiempo de los hombres, de aquellos, quiero decir, que se jactan de prudentes? Están demasiado atareados para poder vivir mejor; disponen de su vida a expensas de la vida misma. Ordenan sus pensamientos a largo plazo, a pesar de que la dilación es la peor manera de malgastar la vida, pues suprime el día actual y, a cambio del futuro que promete, nos quita el presente. La espera es el mayor impedimento del vivir, porque depende del mañana y pierde el día de hoy. Dispones de lo que está en manos de la fortuna y abandonas lo que está en las tuyas. ¿Cuál es tu propósito? ¿Por qué te adelantas tanto? Todo el porvenir es incierto: vive, pues, desde ahora. Ve cómo exclama el mayor de los poetas, cuando, como inspirado por boca divina, canta aquel saludable verso:
   El mejor día de la vida, para los míseros mortales, es el primero que huye

De la brevedad de la vida

Tomado del libro "Sobre el tiempo" de Guido Indij Ed la marca

viernes, 5 de junio de 2015

Julio Cortázar - El Futuro







Y sé muy bien que no estarás.
No estarás en la calle, en el murmullo que brota
  de noche
de los postes de alumbrado, ni en el gesto
de elegir el menú, ni en la sonrisa
que alivia los completos en los subtes,
ni en los libros prestados ni en el hasta mañana.




No estarás en mis sueños,
en el destino original de mis palabras,
ni en una cifra telefónica estarás
o en el color de un par de guantes o una blusa.
Me enojaré, amor mío, sin que sea por ti,
y compraré bombones pero no para ti,
me pararé en la esquina a la que no vendrás,
y diré las palabras que se dicen
y comeré las cosas que se comen
y soñaré loso sueños que se sueñan
y sé muy bien que no estarás,
ni aquí adentro, la cárcel donde aún te retengo,
ni allí fuera, este río de calles y de puentes.
No estarás para nada, no serás ni recuerdo,
y cuando piense en ti pensaré un pensamiento
que oscuramente trata de acordarse de ti.











domingo, 31 de mayo de 2015

Jacques Prévert - Este Amor







Este amor
Tan violento
Tan frágil
Tan tierno
Tan desesperado
Bello como el día
Y malo como el tiempo
Cuando hace mal tiempo
Este amor tan verdadero
Este amor tan hermoso
Tan feliz
Tan alegre
Y tan irrisorio
Tembloroso de miedo como un niño en la oscuridad
Y tan seguro de sí mismo
Como un hombre tranquilo en medio de la noche
Este amor que daba miedo a los otros
Que los hacía hablar
Que los hacía palidecer
Este amor acechado
Porque lo acechábamos
Acosado herido pisoteado rematado negado olvidado
Porque nosotros lo acosamos herimos pisoteamos rematamos negamos olvidamos
Este amor íntegro

Tan vivo aún
Y soleado
Es el tuyo
Es el mío
Ese que ha sido
Ese algo siempre nuevo
Y que no ha cambiado
Tan verdadero como una planta
Tan tembloroso como un pájaro
Tan cálido tan vivo como el verano
Juntos podemos los dos
Ir y venir
Podemos olvidar
Y después volvernos a dormir
Despertarnos envejecer sufrir
Volvernos a dormir
Soñar con la muerte
Despertarnos sonreír y reír
Y rejuvenecer
Nuestro amor sigue allí
Empecinado como un borrico
Vivo como el deseo
Cruel como la memoria
Ridículo como los arrepentimientos
Tierno como los recuerdos
Frío como el mármol
Hermoso como el día
Frágil como un niño
Nuestro amor nos mira sonriendo
Nos habla sin decir nada
Y yo lo escucho tembloroso
Y grito
Grito por ti
Grito por mí
Te suplico
Por ti por mí por todos los que se aman
Y que se han amado
Sí le grito
Por ti por mí y por todos los demás
Que no conozco
Quédate 
Allí donde estás
Donde estabas antes
Quédate 
No te muevas
No te vayas
Nosotros los que somos amados
Te hemos olvidado
Pero tú no nos olvides
Sólo te teníamos a ti sobre la tierra
No dejes que nos volvamos fríos
Aunque sea cada vez desde más lejos
Y desde donde sea
Danos señales de vida
Mucho más tarde desde el rincón de un bosque
En la selva de la memoria
Surgiendo de repente
Tiéndenos la mano
Y sálvanos.









Del libro Palabras
Traducción Federico Gorbea

lunes, 29 de diciembre de 2014

Juan Gelman - Fábricas de Amor I






Y construí tu rostro.
Con adivinaciones del amor, construía tu rostro
en los lejanos patios de la infancia.
Albañil con vergüenza,
yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,
para darte la voz,
para poner dulzura en tu saliva.
Cuantas veces temblé
apenas si cubierto por la luz del verano
mientras te describía por mi sangre.
Pura mía
estás hecha de cuántas estaciones
y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.
Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos.
Qué infinito de besos contra la soledad
hunde tus pasos en el polvo.
Yo te oficié, te recité por los caminos,
escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra
te hice un sitio en mi lecho,
te amé, estela invisible, noche a noche.
Así fue que cantaron los silencios.
Años y años trabajé para hacerte
antes de oír un solo sonido de tu alma.











Vincent Van Gogh - Carta a Theo (Pájaro Enjaulado)




Mi querido Theo:


Un pájaro enjaulado en primavera sabe poderosamente bien que hay algo para lo cual serviría, siente poderosamente bien que hay algo que hacer, pero no puede hacerlo. ¿Qué será? No lo recuerda bien, luego, tiene ideas vagas y dice: “Los demás hacen sus nidos y tienen sus pequeños y los cuidan”; y luego se golpea el cráneo contra los barrotes de la jaula. Y la jaula queda ahí y el pájaro esta loco de dolor… “Ese es un holgazán”, dice otro pájaro que pasa, “ése es una especie de rentista”. Empero el prisionero vive y no muere, nada aparece por fuera de lo que le pasa por dentro; está bien de salud, está más o menos alegre bajo los rayos del sol. Pero viene la estación de las migraciones. Ataque de melancolía “Sin embargo –dicen los niños que lo cuidan en su jaula- tiene todo lo que necesita “. Pero él sigue mirando, afuera, el cielo hinchado, cargado de tormenta, y siente dentro de sí, rebelión contra la fatalidad. “Estoy enjaulado. Estoy enjaulado. Y, por lo tanto, no me falta nada. Imbéciles. ¡Ah, por piedad, la libertad! ¡Ser un pájaro como los demás pájaros!









Cartas a Theo